Lo que más me gusta de esta temporada es que se lleva todo. Bueno, voy a ser sincera, se lleva de todo, pero como siempre, no todo vale. Las que tenemos ya cierta edad y un armario repleto de ropa, zapatos y accesorios que nos da pena regalar por si acaso se vuelven a llevar alguna temporada, sabemos perfectamente que eso de «se vuelve a llevar» no es del todo cierto.

Con la llegada de la primavera, nuestras agendas comienzan a llenarse de eventos. Me encantan todo tipo de fiestas y reuniones, formales o informales, de día o de tarde, y, por supuesto, también de noche. Me dan la oportunidad de arreglarme un poco más de lo habitual.

La infancia de los niños pasa tan rápido y, sin embargo, no existen años más importantes y que marquen más el resto de la vida de cada uno de nosotros. Los fines de semana, que es cuando puedo parar el ritmo, me encanta estar con Carmen y hacer cosas sólo con ella. Ese tiempo que compartimos sin nadie más, ella y yo solas, es un tiempo que vale millones. Da igual el plan, no necesitamos nada especial.

Súper feliz es poco si os intento explicar cómo me he sentido este fin de semana. El paso del tiempo no sirve sólo para dejarnos huellas en la piel, sino que trae consigo muchas cosas increíbles, muchas más de lo que muchas personas (entre las que yo me incluía) pueden creer.

Nunca fue mi intención dejar de postear, pero una serie de circunstancias personales y profesionales me han llevado a apartarme temporalmente de mi blog. Vuestros mails pidiéndome que continuara, incluso suplicándome que no lo dejara, me hacían sentirme en deuda con todas vosotras y me han dado la fuerza que necesitaba para reengancharme a Pinkerplease y volver con más ilusión que nunca.

Adoro la combinación de jeans y camisetas de algodón. Son mis favoritas para los días de descanso, casi siempre con zapatillas de deporte o zapatos planos.